sábado, 7 de agosto de 2010

Ahora si, La biblioteca de aula

Segun lo trabajado en la ultima reunion con la capacitadora, donde asistieron el equipo directivo y la docente Rosa...entre nosotros Rosita se expuso la importancia de la presencia del libro en el aula........Ahora si.....procuraremos implementar la biblioteca del aula en esta segunda etapa del ciclo lectivo......sabemos que ya algunos lo implementan o lo han implementado... por eso es valioso retomar el tema, intercambiar experiencias y ponernos en marcha....con quiene he conversado del plantel docente se encuentra un consenso, algunas propuestas.... asi que manos a la obra. Eso si tambien analicemos articulos que ya envie y continuaran los nuevos capiTulos del libro Album.....GENIAL PARA EL AULA
Para empezar les envio un articulo muy interesante de Litwin para ir pensando.....
DOCUMENTO DE TRABAJO
La Biblioteca del Aula
En los debates en torno a la educación de las niñas, niños y jóvenes cientos de veces reconocemos la misma pregunta: ¿leen los chicos menos que antes? ¿Reemplazaron la lectura por la televisión o los videojuego s? Si reconocemos la tirada editorial que tuvo la serie Harry Potter de J. K. Rowling, que dio cuenta de una conquista gigantesca de lectores, podemos afirmar que no. Por otra parte, El señor de los anillos, de Tolkien, también conquistó para la lectura a miles de jóvenes. Las diferentes editoriales aumentaron las tiradas y los títulos
dedicados al público infantil. Hace ya varias décadas los títulos creados por María Elena Walsh, Laura Devetach, Elsa Bornemann y Graciela Montes, entre otros, dieron cuenta sustantivamente de la posibilidad de buena escritura para estos lectores. Hoy, son muchos los escritores y las editoriales que se incorporan a este campo. La lectura de buena literatura, esencialmente formativa, forma parte de las actividades que proponemos para nuestros estudiantes. Nada mejor, para eso, que crear un espacio de biblioteca en el salón de clase.
Estará conformado por títulos atractivos, según los grupos etarios, al alcance de la mano, con el objeto de formar el hábito lector, esto es: conquistar el placer por la lectura.

La ficción
En un artículo periodístico editado por el diario español El País en su suplemento Babelia, el 18 de diciembre de 2004, el escritor Gustavo Martín Garzo recuerda un relato de César Aira, escritor argentino, quien reconstruye una historia que dice haber leído en la biografía del escritor checo Franz Kafka.
La historia, que se dice real, comienza cuando una niña, en un parque, llora desconsoladamente porque se le perdió la muñeca. Kafka, que paseaba por ese parque, intenta consolarla y la ayuda infructuosamente a buscar la muñeca. Kafka se aleja y, al volver, le dice a la niña que vio la muñeca pero no debe preocuparse: ella estaba muy apurada, pues salió a recorrer el mundo, pero le enviará todos los domingos una carta por medio de un señor muy amable que a su vez se la entregará a él, y él se la dará a la niña en ese mismo parque. Así es
como Kafka cuenta que al domingo siguiente él y la niña se encuentran en ese mismo lugar para leer una carta que, según él le dice a la niña, fue escrita por la muñeca en sus andanzas por el mundo. A la primera carta le siguen otras, todos los domingos. Kafka va, así, construyendo las andanzas por el mundo de la muñeca que se transforman, paulatinamente, en un maravilloso cuento. Cesar Aira sostiene que ese fue el último cuento infantil, heredero de los cuentos de hadas de Hans Christian Andersen. En el cuento, Kafka -y estas son las
palabras de Garzo- no le dice a la niña que la encontrará más adelante o, que puede ser sustituida por otra, dado que no es humana, sino que aún cuando es lógico que se sienta mal, debe entender que las cosas no siempre son como parecen y que la muñeca seguramente desapareció porque tuvo algo importante que hacer. Las cartas se sucederán hasta que la niña esté en condiciones de aceptar que en la vida también tenemos que despedirnos de aquello que amamos y que esto es muy distinto a pederlas si tenemos memoria e imaginación.
¿Puede el cuento engañar a la niña o darle falsas esperanzas? ¿Habría que haberle dicho, simplemente, que la muñeca se perdió? Los padres y los maestros se preguntan si es legítimo contar una historia frente a los sufrimientos y comprensiones del difícil mundo en que nos toca vivir. El relato, en este caso, consuela y permite construir otro mundo, reelaborado poramor a ese niño y en torno a un cuento que se transforma en maravilloso. Ofrece una visión distinta que va a permitir el tránsito de los pequeños a un territorio nuevo, más esperanzador,
que permita la exploración.
Nos gustaría tener libros que construyeran mundos mejores, en un plano diferente y atractivo para pensar e imaginarse, al alcance de nuestra mano, que nos lo cuenten y que podamos una y otra vez leer. Si transcurre la vida de las niñas y los niños en una sala durante varias horas del día, esa sala tiene que contener esos libros para el consuelo, para la imaginación y para el deleite. Las bibliotecas de las escuelas constituyen otros espacios, más amplios e importantes para acudir como reservorios de la cultura, fuentes de conocimiento y de ayuda. Pero, al alcance de la vista y de la mano tenemos que tener en el aula los libros que nos gustaría que
acompañen a los estudiantes ese año. Constituyen las elecciones que hacemos para tender puentes entre la vida de hoy y el mundo complejo en el que tienen que actuar. Su sentido no es puramente entretener sino ayudar a pensar mejor el mundo en que nos toca vivir.

Después del cuento y por imágenes
Los libros de imágenes de ciudades, pueblos, países y culturas diferentes, nos enseñan modos de ser distintos, amplían nuestros horizontes y nos permiten entender desde la diferencia el respeto por el otro cultural.
La heterogeneidad de la Argentina, la vida en el norte, centro o sur del país, en la montaña, el campo o las grandes ciudades, Australia, Alaska o China, reconstruidas a partir de imágenes que den cuenta de las diferencias culturales, económicas, sociales y climáticas por fuera o por dentro de una clase de geografía o instrucción cívica, permiten enseñarnos a respetar al otro y entender su manera de vivir. Reproducciones de pinturas, dibujos o fotos referidos a la vida de otras latitudes nos enseña n también a comprender nuestro pequeño lugar en el mundo.

Las poesías también cuentan
Leer poemas y escuchar la lectura de poesías nos permite potenciar la percepción sensible de la lengua, más allá de su utilidad comunicativa inmediata. Esto implica educar la sensibilidad para captar matices diferentes, deleitarnos con el juego del lenguaje y con sus posibilidades infinitas para ofrecernos un mundo enriquecido, observar, entender, analizar, reconstruir y desmontar.
En más de una oportunidad esa educación sensible se pierde porque la lección de poesía se transforma en la clase de métrica, rima, metáfora, aliteració n, hipérbole. Sin desdeñar el valor de estos estudios, deberíamos separar el análisis del goce y la educación de la sensibilidad de aquellos gramaticales o sintácticos.

Más allá de la ficción: atlas, enciclopedias, biografías, diccionarios
Contar con material a disposición para el tratamiento de los temas curriculares supone tener al alcance de las niñas, niños, jóvenes y maestros el atlas para la clase de historia, geografía, economía; los diccionarios para todas las clases, permitiendo la consulta para el uso y escritura correcta y apropiada; la enciclopedia que amplía el alcance del diccionario dando cuenta de referencias de científicos, escritores, mujeres y hombres de la cultura y la política en distintas latitudes, definiciones amplias acerca de obras y corrientes literarias, filosóficas,
artísticas.
Las bibliotecas escolares amplían estas posibilidades mediante el uso de las nuevas tecnologías que permiten acceder a enciclopedias en CD-Rom e Internet, que incluyen diccionarios y atlas geográficos tanto como amplias referencias multimediales con imágenes estáticas y en movimiento, sonidos y referencias textuales, entre otros.

La organización de la Biblioteca
Entre todos podemos pensar su ubicación en el salón de clase, delimitar su espacio, su nombre, escribir un reglamento de préstamos, reconocer los criterios más utilizados para clasificar los diferentes libros. También podemos enseñar a fichar los libros y hacer reseñas.
Cada una de estas actividades es diferente y, conforman las tareas que se pueden desplegar al instalar una biblioteca en el aula.
También podemos visitar y aprender el funcionamiento de la biblioteca de la escuela o la del barrio, si la hubiera. En esos casos los reglamentos o sistemas de préstamos con que se cuenta pueden ser de gran ayuda para orientarnos y elegir una manera de funcionar. Los bibliotecarios pueden acudir al aula y explicar también la tarea que llevan a cabo. En todos los casos estamos pensando en el valor de tener a nuestra disposición los libros que nos gustaría que nos acompañen en ese nuevo año de trabajo.
Edith Litwin

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